Discourtesy in the work
environment and mistreatment
of medical professionals
Germán Valenzuela1
DOI: https://doi.org/10.36393/spmi.v34i3.607
Un
buen trato físico, psicológico y emocional es importante para el buen
desarrollo del trabajo médico, y ha sido asociado con un buen desempeño cuando
es incluido como parte de los procesos de atención de calidad, centrados en los
pacientes
El
maltrato al profesional de la salud es un evento muy frecuente en la práctica
de la medicina, desde el pregrado, el postgrado e inclusive en la práctica
profesional fuera del ambiente académico, siendo común en los ámbitos
sanitarios públicos y privados.
El
maltrato al profesional médico es un término amplio que describe conductas
problemáticas, sistemáticas y repetidas, como el menosprecio, la humillación
pública, la intimidación, el abuso de poder, el acoso sexual, la discriminación
y el abuso físico. Genera un ambiente laboral tóxico y no involucra a un
concepto único, pues está relacionado con políticas organizacionales
defectuosas, malas interacciones entre equipos de trabajo y hábitos
individuales inapropiados.1,2
La
descortesía, es una forma de maltrato en el centro de trabajo, la cual genera
un ambiente laboral que dificulta el aprendizaje y el desempeño del equipo. Sin
duda, tiene efecto en los resultados pues el 48% de médicos que experimenta
este fenómeno lo asocia con una reducción en su esfuerzo laboral. Asimismo, el
66% mostró una disminución en sus resultados laborales y el 78% indicó que le
generaba un menor compromiso con su organización.2 Los trabajadores de salud
son dieciséis veces más comúnmente víctimas de actitudes violentas en sus centros laborales que la población
general; y, casi la mitad de médicos ha reportado abuso físico o
psicológico en su ambiente laboral. Adicionalmente, existen instigadores a favor de actitudes violentas
en el centro de trabajo, los cuales
serían otros médicos, otros profesionales de la salud e inclusive los
pacientes. Por desgracia, una cultura de descortesía, que fuera común en el
sistema de salud, podría considerar normales
a estas conductas que no serían
aceptables en otros espacios laborales.3,4
En
el ámbito académico, la tasa de reporte de actitudes violentas es muy baja pues
menos de un tercio de estudiantes de medicina o residentes de medicina reporta
los maltratos que habían sufrido porque los consideraban como un problema “poco
significativo” c omo para reportarlos o,
principalmente, para evitar problemas adicionales que pudieran empeorar más la
situación. Sin embargo, ellos compartían sus experiencias negativas con otros
estudiantes, amigos o familiares, pero nunca con las autoridades de los hospitales
o de las universidades.3,6
Uno
de los documentos mejor escritos sobre el maltrato al estudiante de medicina es
el de Chávez, Ramos y Abreu, el cual evaluó la estructura general del maltrato,
encontrando su direccionalidad (vertical/horizontal), su tipología (verbal,
psicológico, académico, físico, sexual, racial, mediante tecnologías de
información), el estudio del perpetrador (ámbito preclínico o clínico), el estudio
del escenario (ámbito preclínico o clínico) y sus consecuencias (personales,
educativas, profesionales y sociales).3
En el
Perú, y a través de una encuesta aplicada a 281 estudiantes de medicina, se encontró
que el 96,8% de ellos percibió maltrato psicológico; 86,8% maltrato académico;
62,6% maltrato físico (el cual se incrementó durante el último ciclo de estudio)
e inclusive maltrato sexual en el 20,6%, el cual fue mayor en las
mujeres, siendo los médicos docentes y los médicos residentes los principales
agresores.5
En el
ámbito profesional, se ha estudiado que los varones son los maltratadores más frecuentes,
con mayor prevalencia en contra de las mujeres. Los servicios con el mayor
número de actos violentos son los de cirugía general, seguidos de ginecología y
medicina interna; y, los servicios de oftalmología, pediatría, emergencia,
cuidados intensivos, medicina general o medicina familiar con un menor índice
de maltratos. Estos actos podrían ser ejecutados por médicos de mayor rango en
contra de médicos que ellos considerarían como “menos experimentados”,
justificándolos por una elevada carga de trabajo, aunque claramente se deban a una
falta de verdadero liderazgo y a la ausencia de una buena cultura organizacional.6,7
Se
tiene que terminar con la nefasta cadena de actitudes descorteses y de maltrato
al profesional médico. Es muy probable que los maltratadores hayan recibido también
maltratos durante su formación, y que los continúen aplicando cuando tienen el
poder, siempre relativo y temporal, a modo de venganza o para perennizar su “poder”
en un ambiente sin reglas bien definidas. Algunos autores encuentran una
similitud con la transmisión de la violencia intrafamiliar de una generación a la
otra, o con la repetición de patrones aprendidos como el paso de víctima a victimario.
Por tanto, se proponen como alternativas de
cambio:
1. Llevar a cabo un diagnóstico situacional, estableciendo
un sistema de vigilancia continuo sobre los procesos de relacionamiento
médicos, en los cuales debe primar el balance entre la búsqueda del
logro de los objetivos grupales o corporativos, y el respeto al profesional
médico.
2.
Desarrollar una política de prevención del maltrato desde la Dirección o
la Jefatura de Servicio.
3.
Desarrollar verdaderos líderes dentro de una organización sanitaria, quienes tienen la responsabilidad
de mantener y asegurar el trato respetuoso a los
miembros de su equipo. Además de tener una sólida formación médica,
los líderes deberán
tener orientación hacia las ciencias sociales,
respetando los conceptos
de diversidad e inclusión para el logro y mantenimiento de una adecuada
cultura organizacional.
4.
Realizar un adecuado proceso de selección de los profesionales de la salud.
Los conocimientos y los años de
experiencia son importantes, pero también su historia
personal (quejas, actitudes
agresivas, historias de malos
comportamientos o faltas
contra la ética
en otros centros laborales). Se deben explorar
también las habilidades de comunicación, inteligencia emocional y competencia cultural de los nuevos
miembros de los equipos.
5. Identificar
y atender a los médicos
maltratados a través de sistemas de reporte, arbitraje y conciliación.
6. Establecer mecanismos de apoyo a los médicos
maltratados y un sistema de sanciones para los maltratadores.
7.
Crear un comité para la construcción de relaciones sinceras y respetuosas
entre profesionales médicos, a cargo de los mejores líderes de cada institución.
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1 Médico
internista y cardiólogo. Clínica Delgado, Lima. Investigador asociado,
Universidad San Ignacio de Loyola, Lima, Perú.
Lima, julio del 2021. CORRESPONDENCIA:
Germán
Valenzuela
Fecha de recepción: 28-07-2021. Fecha de aceptación: 20-08-2021.