Editorial
Petróleo:
daño medioambiental y un peligro para la salud pública
Oil: environmental
damage and a danger to public health
Aland Bisso-Andrade
Médico
internista. Ex presidente de la Sociedad Peruana de medicina Interna.
Petróleo, término que viene desde el
siglo XVIII, nace del latín petroleum ‘aceite de
roca’, compuesto de petra ‘piedra’ y oleum ‘aceite’, y
del griego bizantino petrélaion que significa
“líquido oleoso de las rocas”. Sin embargo, mucho antes, ya los chinos y los
japoneses, lo conocían como Shi-You y Sekiyu, respectivamente, que en ambos casos significa “aceite
de roca”, con lo cual se unifican las etimologías.
La historia del petróleo es milenaria.
Hace unos cuatro mil años era utilizado como asfalto natural en las construcciones
de Mesopotamia; y, también en la China, hace unos dos mil años. Inicialmente,
además de su uso como alquitrán, solo era utilizado para crear fuego y dar
iluminación. Durante muchos siglos las principales fuentes energéticas fueron
la madera, el carbón y el aceite de ballena; sin embargo, con el incremento
progresivo de la población mundial, la demanda de energía se hizo mayor y fue necesario
recurrir a otras fuentes en mayor escala. En la Revolución Industrial se
utilizó una enorme cantidad de carbón, pero pronto se descubrió que se podía
obtener el querosene a partir del petróleo crudo y utilizarse como combustible
de muy alto rendimiento. De modo que se inició la extracción del crudo en gran
escala y fue así que la Rusia Imperial produjo 3 500 toneladas de petróleo solo
en 1825, y la construcción sucesiva de largos oleoductos y refinerías (unas 200
en la ciudad de Bakú, en 1884).
En 1878, la compañía Branobel revolucionó el transporte del crudo al poner en
funcionamiento del primer barco petrolero en el mar Caspio. Desde entonces se
extendió la fiebre de la extracción del petróleo por todo el mundo.
La primera perforación petrolera en
los EE.UU. de Norteamérica se realizó en 1859 en Titusville, Pensilvania. En el
primer cuarto del siglo XX, EE.UU. superó a Rusia como productor de petróleo
más grande del mundo. El advenimiento de la industria automotriz generó una demanda
exponencial del consumo de gasolina, diésel y lubricantes, con lo cual se
multiplicó la extracción del petróleo, además, aparecieron sucesivamente otros
derivados de alto consumo, como plásticos, brea, fertilizantes, látex, propano,
tela sintética, entre otros.
A mediados del siglo XIX se consumían
unos cuantos miles de barriles de crudo al año, cifra que ascendió a más de 65
millones de barriles diarios para fines del siglo XX, teniendo como mayores
productores a E.UU., Rusia, Arabia Saudita, Irak y Canadá. El consumo es masivo
y las ganancias son multimillonarias. En el mundo actual, según la Agencia
Internacional de Energía, más del 80% de la energía primaria total deviene de
los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas), de los cuales la mayor parte del
petróleo se emplea en el transporte, electricidad y la industria petroquímica.1,2
Una
interminable historia de desastres ecológicos2-4
La industria del petróleo implica
extracción, generación de oleoductos, tránsito de barcos cargueros, refinerías,
transporte de derivados y muchas otras actividades más. Los beneficios son harto
conocidos, pero el daño colateral es enorme, por lo general silencioso y muchas
veces ocultado. El daño ecológico y a la salud pública no solo se produce por
los derrames. Ya desde su extracción se producen cuantiosos desechos que
contienen metales pesados, tóxicos como el mercurio e hidrocarburos aromáticos
volátiles (benceno, tolueno y xileno), con capacidad de afectar el desarrollo y
reproducción de animales y seres humanos, entre otros efectos. En promedio, se estima que la producción petrolera terrestre genera desechos que puede llegar hasta el millón y medio de litros diarios, en tanto
que, en las plataformas marinas de extracción, el agua de desecho es alrededor de dos millones de litros diarios,
vertidos completamente al océano. Además,
se suman los riesgos de explosión, derrames e incendios que ocurren
cotidianamente en los pozos petroleros, así como el consabido efecto
invernadero de los gases
emitidos y todos los demás
contaminantes que generan el transporte, la refinación del
crudo y el uso general
de hidrocarburos. Finalmente, todos los derivados, sea durante su elaboración, su uso o al ser desechados, generan una incalculable contaminación
ambiental. Se calcula que desde 1950,
se han producido más de 8 mil millones de toneladas
de plásticos, muchos de los cuales van a parar a mares, ríos y lagos generando un daño irreparable.
Uno de los primeros desastres medioambiental por el
petróleo ocurrió en la península de Absheron, Azerbaiyán,
a fines del siglo XIX; sin embargo, los mayores desastres ecológicos se
registran desde 1960. Algunos ejemplos: en 1960, la embarcación “Sinclair Petrolore” derramó más de 66 500 toneladas de petróleo
frente a la costa de Brasil; en 1967, el buque “Torrey Canyon”
naufragó frente a la costa de Gran
Bretaña y perdió 123 000 toneladas de crudo dejando una marea negra de 300 km2;
en 1976, el buque “Olympic Bravery”,
con más de 250 000 toneladas de petróleo, se partió en dos frente a la costa de
Francia; en 1979, debido a una tormenta tropical en el Caribe, los buques “Atlantic
Empress” y “Aegean Captain”,
chocaron y se vertieron 287 000 toneladas de crudo; y, en 1991, se hundió el
“ABT Summer” y más de 260 000 toneladas se quedaron en el mar de Angola. Sin
embargo, el derrame más impactante tuvo lugar en la Guerra del Golfo Pérsico,
en 1991, donde más de 1´360 000 toneladas se vertieron a las aguas del golfo alcanzando
una extensión de más de 4 200 km2. En el 2010 ocurrió una terrible tragedia en el
Golfo de México: El pozo Macondo, una perforación de exploración desde una
plataforma marina que operaba a 2 400 metros de profundidad, sufrió una explosión
que generó un derrame al mar de 800 a 25 mil barriles diarios desde el 20 de abril
al 5 de agosto de 2010, estimándose un derrame total aproximado de 4,9 millones
de barriles. El daño afectó las costas de Louisiana,
Mississippi, Alabama y parte de Florida, dejando casi colapsada la industria
pesquera hasta el día de hoy, además que la marea negra se expandió aguas
adentro. La tragedia del pozo de Macondo afectó a más de 440 especies de peces
y a más de 100 especies de pájaros, además de muchas especies de mamíferos y
anfibios, muchas en peligro de extinción. El daño no solo afectó los
ecosistemas, sino también a las actividades productivas relacionadas con la
pesca y la maricultura. Un desastre que, en mayor o medida, repite las mismas
consecuencias irreparables que generan los innumerables derrames que se vienen
produciendo en la era del petróleo, muchos de ellos ocultos y sin conocimiento
de las autoridades.
El Perú no
fue la excepción. El 15 de enero del 2022, en una operación de descarga de la
refinería “La Pampilla”, el buque italiano “Mare Doricum”
vertió seis mil barriles de petróleo (equivalente a 938 toneladas), según la
versión inicial, que días después fue corregido a 11 900 barriles, en la costa
de Ventanilla, en el noroeste de Lima, generando una catástrofe ambiental que
se suma a los cientos de derrames que se han notificado en la Amazonía peruana
en los últimos años.
Piquero afectado por derrame de petróleo en Ventanilla.
Personal de limpieza del
petróleo en la playa de Ventanilla, Lima.
El impacto inmediato del derrame es la
formación de una película sobre la superficie marina que impide la entrada de
la luz en el agua. Este hecho dificulta la captación de la energía solar por el
fitoplancton para generar materia orgánica y, por ende, se produce un
descalabro ecológico teniendo en cuenta que el plancton es el productor primario
de la cadena alimenticia y la base de la pirámide trófica del ecosistema marino.
Igualmente, las algas y otras plantas marinas también se verán privadas de luz
para cumplir su
función de fotosíntesis, con lo cual se inicia una lenta agonía y muerte de la
biodiversidad. Si desaparecen las algas y el fitoplancton, todos los animales que
se alimentan de ellos empiezan a tener serios problemas. Si un alga tiene sólo
un punto de contaminación, los herbívoros que se alimentan de ellas al comer
diez algas tendrán 10 puntos de contaminación, pero los carnívoros que se alimentan
de estos herbívoros tendrán miles de puntos de contaminación. De ahí que, especies
como el salmón, atún o el tiburón son los que acumulan más sustancias tóxicas y
pueden transmitirla a los seres humanos cuando son ingeridos. Otras especies
afectadas son las que viven en la superficie del mar, como las tortugas,
delfines y ballenas que tienen que salir a la superficie para poder respirar.
Al entrar en contacto con la masa de petróleo pueden sufrir obturaciones graves
en las vías respiratorias. Se ha encontrado que los diferentes hidrocarburos aromáticos
policíclicos del petróleo, afectan la respuesta de los peces a factores estresantes
ambientales acuáticos, como la hipoxia, la temperatura, la salinidad y las alteraciones ácido-base, como
consecuencia de serias alteraciones sufridas en su función respiratoria,
metabolismo y osmorregulación. Los mamíferos marinos sufrirán de daños en los
sistemas hematológico, nervioso e inmune, órganos reproductivos, pulmones,
hígado y de genotoxicidad.
Además de la contaminación del mar,
los derrames que ocurren en zonas cercanas a las playas, islas o islotes
generan un daño mayúsculo a la flora y fauna que la habita. Más allá de la
trágica imagen de playas cubiertas de lodo negro, es, por demás desgarrador,
ver aves impregnadas de petróleo que, además de sufrir intoxicación sistémica,
perderán la protección natural que les otorga su propio aceite natural y terminarán
muriendo por hipotermia. Algo que, en forma similar, ocurrirá en lobos marinos
o pingüinos del hábitat afectado. En el mismo sentido, la arena impregnada del
crudo invasor se convierte en la tumba de pequeños crustáceos, como el muy-muy o
cangrejos de mar, o de los huevos colocados por tortugas marinas u otras especies
que utilizan las playas para su reproducción y desarrollo.
El crudo contiene los denominados
hidrocarburos totales de petróleo (HTP) que, en sus diferentes fracciones, afectan
a la salud en diferentes maneras dependiendo del tiempo de exposición y de la
cantidad que entra en contacto. Los compuestos más pequeños, como el benceno,
tolueno y xileno pueden afectar el sistema nervioso. Las exposiciones a
cantidades suficientemente altas pueden ser fatales. La inhalación de concentraciones
de benceno mayores de 100 partes por millón (100 ppm) durante varias horas puede
producir fatiga, dolor de cabeza, náuseas y adormecimiento. Cuando la
exposición cesa, los síntomas desaparecen. Sin embargo, la exposición durante un
período prolongado puede producir daño permanente del sistema nervioso central.
El componente TPH, n-hexano, puede ocasionar neuropatía periférica
caracterizada por pérdida de la sensación en los pies y las piernas y, en casos
graves, hasta parálisis. Los componentes de algunas fracciones de los TPH
también pueden afectar el sistema hematológico, el sistema inmune, ocasionar
trastornos hepáticos, renales, daño pulmonar, incluso alteraciones fetales,
además de irritación en la piel y los ojos. Se ha encontrado que el componente de
los TPH, benceno, ha producido leucemia. La Agencia Internacional para la
Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) ha determinado que el
benceno es carcinogénico en seres humanos. Por tal motivo, el personal que
trabaja en contacto directo con el crudo, o aquellos que se ocupan de la
limpieza del derrame de petróleo en el mar y las playas, debe estar entrenados y
dotados de un adecuado equipo de protección.
En forma colateral, más allá de los
efectos nocivos al ecosistema y a los seres humanos, los diversos desastres
petroleros tienen un impacto negativo en la economía debido a que paraliza, o merma,
la industria de la pesca, la caza submarina y deportes acuáticos, así como el comercio
y el turismo en las playas afectadas, tal como viene ocurriendo en el Perú con
el derrame sufrido en el mar de Ventanilla.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
1. National Geographic. Petroleum.
URL disponible en: https://www. nationalgeographic.org/encyclopedia/petroleum/ (Visto el 20, enero 2022)
2. Delgado Ramos, Gian Carlo. Petróleo, medio ambiente, cambio
climático y seguridad: Macondo, otra advertencia más. Nómadas. Critical Journal
of Social and Juridical Sciences.2011;30(2):5-20.
3. Philip J Landrigan, John J Stegeman, Lora E Fleming, et al. Human Health
and Ocean Pollution. Review Ann Glob Health. 2020 Dec 3;86(1):151.
4. Hodson PV. History of environmental
contamination by oil sands extraction. Proc Natl Acad Sci U S A.
2013;110(5):1569-1570.
5. Khursigara AJ, Ackerly KL, Esbaugh AJ. Oil toxicity and implications for environmental tolerance in fish. Comp Biochem Physiol C Toxicol Pharmacol.
2019 Jun;220:52-61.
6. King MD, Elliott JE,
Williams TD. Effects
of petroleum exposure
on birds: A review. Sci Total Environ.
2021 Feb 10;755(Pt 1):142834. doi:
10.1016/j.scitotenv.2020.142834. Epub 2020 Oct 8.
PMID: 33109373.
7. Ruberg EJ, Elliott
JE, Williams TD. Review of petroleum toxicity and identifying common endpoints for future research on diluted bitumen toxicity in marine mammals. Ecotoxicology. 2021;30(4):537-
551.
8. ATSDR. Agency for Toxic Substances and Disease
Registry. Resúmenes de Salud Pública -
Hidrocarburos totales de petróleo. UR
disponible en: https://www.atsdr.cdc.gov/es/phs/es_phs123.
html.
Citar
como:
Bisso-Andrade A. Petróleo:
daño medioambiental y un peligro para la salud pública. Rev
Soc Peru Med Interna. 2022;35(1): 5-7. https://doi.org/10.36393/spmi.v35i1.648
CORRESPONDENCIA:
Aland Bisso-Andrade,
albian@yahoo.es
Fecha
de recepción: 31-01-2022